martes, 20 de noviembre de 2012
El viento en su alma
Hace mucho viento,ella es viento,cuando habla despeina sentimientos,cuando abraza un aire cálido te envuelve,cuando se disgusta una brisa fría recorre su mirada.Su latido a rachas y es una herida que no cicatriza fácilmente.Va despacio por la vida,mastica unas siete veces las cosas para que no le caigan pesadas en el alma.Parpadea cada palabra,cada sensación,cada imagen y en un abrir y cerrar de ojos se desmadeja.Está sola,no es la primera vez pero para ella todo es la primera vez.Hay veces que algún recuerdo le viene a la cabeza y se le clava,su mente como un alfiletero de recuerdos y así anda cosiendo y descosiendo nostalgias.Es tímida con ella misma,le cuesta hablarse,se evita.No tiene miedo,es un plural de miedos,de temores de andar por casa y en zapatillas.Se cree que la vida es un cuento con su príncipe,su princesa,su bruja,su hada madrina,animales que hablan y por supuesto su final feliz,de hecho le busca la moraleja a todo.Su estación favorita es en la que se enamoró de un pez,está convencida que es un príncipe encantado por la bruja de su mujer,siente que casi todo es una fábula y en la nevera procura tener perdices por si acaso.Le gusta empezar por el final,si lee un libro,va a las últimas páginas,graba las pelis para poder ver cómo terminan y con sus relaciones hace lo mismo,se salta algunos capítulos para saber si acaban bien,ya dije que era un plural de miedos.Pero aún así se entrega como una colección completa,nada de darse por fascículos,es sincera menos con ella misma,se dice mentiras piadosas para poder mirarse en el espejo.No se gusta,se disgusta.Mientras haya viento,ella seguirá ahí despeinando sentimientos.
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El colo del viento. Mecerse, dejarse llevar, cerrar los ojos y soñar. Somos esclavos de nuestras pesadillas, pero somos dueños de nuestros sueños. Nadie nos los puede robar. Jamás, mientras cabalgue el caballo del latido en nuestros pechos. Cerrar los ojos y soñar, escribir. Y empezar a mecerse en el colo del sueño, de las palabras. Y notar como tecleas y surfeas sobre la ola de las letras como solo sabes hacer tú. ¿Para qué más? Escribir, soñar y a mano siempre esa marmita de cariño que tienes con las pequeñas y el gigante.
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