martes, 30 de septiembre de 2025

No es ladrón todo el que huye

Un apuesto joven mira a un charco, aún no sabe que puede ser un Narciso si se ad/mira demasiado, su perro al que pasea, ladra a un gato que de callejero no tiene nada.

En la acera de enfrente dos enamorados se besan como los cíclopes de Cortázar y  desconocen que tal vez su historia sea como la de Romeo y Julieta, sus familias se detestan, pero ya de pequeños jugaban juntos en la calle a la rayuela. Luego se dicen adiós y se van cada uno a su escuela.

Por la carretera recién amanecida, el hormiguero de coches está en una revuelta, se cambian de carril como quien a oscuras hace una larga trenza sin pelos en la lengua de asfalto que mojado se halla por una densa niebla. Por un suspiro de un freno, un accidente se escapa pero el bostezo del lunes se queda en la cuneta.

El campus como si fuese una irreductible aldea gala, se llena de escondidos de una variopinta madrugada que aún llevan legañas en sus cabezas. Los polígonos se ponen tan geométricos que hay púgiles que cargan sus guantes de boxeo para pelear su mañana en su cuadrilátero de turno.

Y anochece antes, siempre en la misma casa donde se encuentra un puñado de nostalgia dormida y encima de la mesa bebidos sus recuerdos de cristal de bohemia.


sábado, 27 de septiembre de 2025

De escapada

Muerde la luz que por la montaña cae, a vista de pájaro quien la ve le ladra. La tormenta se acerca desde lo lejos, parece enfadada. En el pueblo se cebó descargando su ira con furia. Este tiempo de perros mucho ladra.

El pánico se sale de la carretera, va ebrio y perseguido por unos viejos des/conocidos, acorralado por su propio aguacero sin piedad, derrapa en la primera curva que hay. Los que le siguen, escapan al ver lo ocurrido; pocos minutos después sus fantasmas son identificados. El maldito miedo, la furiosa soledad y la pertinaz angustia, esa noche, hicieron de las suyas. 

Ese Nadie no imaginaba que pudieran capturarlos y al menos se quedarán entre rejas por el momento bebido de pánico subido hasta que les llegue el juicio.

Él sobrevive a su mal trago vivido, el suicido se disipa sin apenas deshacer más ruido.

Despeja y el domingo se convierte en una fiesta de guardar. No solo Dios fue el único que al terminar con su Creación, no pudo tranquilo descansar.

La gente se siente, a veces, demasiado cautiva con ella misma, pero la honestidad sigue secuestrada porque no interesa ser encontrada.

La gran mentira del mundo se frota las manos, acribilla sin reparos mientras otros lodos mercadean muy cerca con muchos de sus daños.

Y en Gaza escala el terror del genocidio por la obscena pila de muertos y los impunes siguen siendo los más cínicos, los que miran para otro lado, altivos cobardes e infames los que llevan en su sucia boca un bastardo cuchillo, allí solamente campan a sus anchas los asesinos teledirigidos.

sábado, 20 de septiembre de 2025

Muda pero limpia

Gime aquella pequeña proa al romperse contra la ira de algunas impías olas, luce aunque sea oscuro el abanico de rencillas de esa señora que aviva cualquier chisme de arcilla, le da forma y quien se cruza con ella como una sombra, piensa que se siente más que sola y le deja unas palabras en su boca rota.

El parque parece tener frío, caen las primeras hojas y algún despistado chiquillo. Los columpios no se mueven, el tobogán saca su lengua como siempre, los bancos vacíos ya no esperan que sobre ellos haya corrillos, tal vez solo sientan que ya no les calienta el estío.

Pasea tu coraje sin correa y sin querer que se vea, un joven ata bien corto al temor y al que osa hacerle de menos mientras piensa por mucho menos son inmaduras la peleas y cabezas sin ideas.

Ventea el viernes del hombre de la esquina, parece un lunes en enero y cuesta arriba. Tiene su barba en guardia rodeando lo que su boca no se calla. 

Muerde el ladrón su guante blanco y roba el corazón de una joven que por la ventana asoma. Se pone pudoroso el atardecer de sus labios, arde la arena en sus pies y en sus manos, en ella ya no queda ningún resquicio de verano.

Perdonan la vida aquellos que se enojaron sin motivo, con furia y descaro escapan insultos sin necesidad de gritarlo, pero no es solo soberbia la capital de sus pecados.

Se rasgan las cicatrices del suelo, a la tierra se le abren las carnes por las injusticias que la pisotean y desde muy hondo llora despacio.

Y al fondo de un escenario, una voz muda pero limpia, des/fallece y hace mutis por el foro.


domingo, 14 de septiembre de 2025

Domingo de ramas

Una epístola sale de su boca, deletrea cada palabra como si fuese poca cosa. Cerca un parroquiano se siente poco católico, hace ya años que le han defraudado con sus pecados.

Muy perdido está un ermitaño, respira extraña libertad y soledades ingratas por sus cuatro costados. Apenas lleva unos harapos, recoge migas de su vida y algunas sombras que había dado por perdidas.

Nadie le busca, tampoco al lobo que vive a su lado. No sabe porque aúllan en la montaña su pico y a la vez sus entrañas. Félix Rodríguez de la Fuente diría que son dos esteparios.

Algunos días a la semana son tan honestos como mundanos. Los domingos no solo están hechos para los cristianos, las tardes estrangulan a muchos por carecer de un horario que te persigue al día siguiente como conocido delincuente. Pero a la vuelta de la esquina de su noche, el lunes se le pone farruco y testarudo en sus comentarios. Y aunque haya partidarios de ser miércoles, la mayoría se sienten atrapados entre este y el jueves. Y el martes, el gran olvidado y el viernes deseado y el sábado supuestamente ufano, sin embargo cada cual va por su lado.

La vecina del cuarto piso tiene un montón de hermanos, se siente sola en su edificio, solo hay extraños. El del segundo piso deja su bolsa de basura en la puerta de al lado; los del octavo, un cura y una monja que ya colgaron los hábitos, están ahora felizmente casados. 

Y lentamente anochece el barrio, los bares apagan sus luces y el camión recoge la basura como quien lee ahora las noticias que huelen con tanto escándalo, el mismo que unos jóvenes hacen después de beberse la noche aún a sabiendas que mañana todo lo habrán olvidado.