Tiemblan las flores en los jarrones sin agua, se rasgan la vestiduras quienes van desnudos, algunos pájaros tienen miedo a las alturas y la hierba se encoge de hombros con la lluvia.
Las luciérnagas se encienden como luces en el campo y algunas cigarras se quedan dormidas en las pajas del ojo ajeno mientras en la viga del otro, un hombre pierde su dignidad.
Ronronea el agua de la ducha a primera hora, se despierta su rutina hasta el desprendimiento. Huele a café a la altura del tercer escalón y hoy tu cabeza no está para la ira de nadie.
El atardecer de un abrazo parece el bostezo de una caricia, el jabón resbalando por tu piel, la despedida sin adiós en un tren de cercanías, el rubor de las primeras veces y de tus mejillas de noche.
Camina el paso de peatones y estos quietos lo miran,es un encuentro extraño, lo mismo que sucede al llegar a fin de mes, no es el cruzar el Rubicón pero casi.
Desde lo lejos alguien te saluda pero no lo conoces, tú respondes de la misma forma. Absurdo puede como que el granizo tirite de frío o como que los árboles crezcan en las nubes.
A veces sin colores, como si nada hubiese ocurrido, te hablan personas que te han hecho daño y desconoces el motivo de seguir ahí, secuestrada en el pasado, con el síndrome de Esto(es el)colmo. Lo cortés en in/ciertas ocasiones sí quita lo valiente.
Naces para acabar siendo huérfano, nunca has tomado la alternativa no por una cuestión taurina, si no porque es peor. No sufre más un hijo que un padre o al revés, el dolor no se mira en una analítica de sangre y no existe la milagrosa dieta del cariño o el ayuno de éste para no sufrir y que bajen tus valores porque el egoísmo siempre permanece inalterable.
Creemos conocer la respuesta pero ni nos fijamos en la pregunta , pensamos que lo sabemos todo de todos,somos inquilinos en la piel de los demás como columnas de opinión con derecho a roce.
No es nada fácil sentir la tristeza como varices pe/n/sadas en tus piernas. No se puede afirmar de alguien que le pasó tal cosa porque era su talón de Aquiles, yo siempre tuve el talón de mis padres y prefiero pensar que un poco de la dulzura de mi madre y de la fuerza de voluntad de mi padre.
Al sufrimiento hay que tratarlo con cuidado ya sea de uno o ajeno como la diferencia entre caer en gracia y ser gracioso, al miedo le caí en gracia y no es nada gracioso. Hasta el mínimo detalle es importante y marca esa diferencia.
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