Anoche un desgarbado silencio premeditado se posó en su viejo sofá sin alevosía. No sé cómo entró en casa y cómo llegó hasta Gabriela.
Le rozó el hombro de tal manera que se estremeció. Su mirada sibilina se paseó por su cuerpo de arriba a abajo. Se sintió desnuda con tanto pudor que la vergüenza gruesa se apoderó de ella. No supo qué decirle al intrusivo silencio, estaba demacrado, algo confuso y parecía que llevaba mucho tiempo encerrado como si fuese un delito en medio de una tormenta de arena.
Notó aire frío y seco cerca de su rostro, se puso sobre su pecho y le apretó sin sutilezas. Todo en unos minutos, su verdad y la suya como dos viejos conocidos frente a frente, la del silencio deseando ser gigante como Goliat junto a la de su supuesto David?
No era tan fiero el rugido de este silencio como parecía, un grito venido a menos pero la en/cogió por sorpresa. Se marchó como vino sin darse cuenta. Uno de sus silencios se quedó con Gabriela, estaba más inquieto que de costumbre. Lo acarició y se durmió a su lado. Los otros desaparecieron.
No sé si se llevó algo más aparte de su sosiego...solo quería dejarle claro que en un día se echan a perder años.
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