Apenas unos esbozos de ruido quedan, unos garabatos de jaleo negro sobre un blanco lienzo, un espacio entre líneas tan finas que con sutileza se quitan sus guantes indelebles de tinta.
Esas grietas que hay en las palabras son silencios que se estrechan, que no quieren irse, se deslizan y erizan la piel sobre la que se acomodan para vestirse más de silencio en su puesta de largo.
Están hechos a desmedida si la tristeza baña los miedos despacio, son unos sorbos como un mal trago de pana gruesa en pleno verano, de sedosa inquietud como ese alud que se siente que viene hacia uno con esa exquisita lentitud de cine mudo acelerado,del impugne terror como en el grito de Munch.
Respiran silencios hasta hacer el ridículo, la bofetada del maleducado mutismo,la deshora del pensamiento no dicho en esa gruta de silencios que resuenan húmedos,esa espada de Damocles que nos convierte en fugitivos de la incertidumbre. Ese mutis por el foro casi obsceno si se ponen las cosas feas. No es un súper poder la invisibilidad del silencio,solo señala que nos rasga el poco teatro de la intemperie.
Qué vulnerables algunos silencios...no como otros impávidos, incontestables en su amarga belleza o en su extremada delicadeza. Al silencio no se le debe dejar que te atrape demasiado si se trata de esa verborrea contenida a modo embalse,de estanque dorado venido a menos.
Los días fáciles parecen para romper silencios a diestro/s y con siniestros...y a zurdos sin desastres conocidos,con esa sensación de lenguaje ininteligible como zumbido confuso.
Dicen que hay silencios incómodos, otros que hablan y algunos en los que se cree que ha pasado un ángel.
Simplemente pueden pertenecer a personas que disfrutan del incordio de la palabra inapropiada y de pasearse desnudos sin pudor o de pellizcar el cielo con los dedos.
Cierto es que ángeles puede haber, pero ellos nos cuentan, nos vigilan sin atisbo de duda para deshacer la nada y hacer ganchillo con ella cuando vaciamos nuestra vida como quién recoge la ropa tendida, los platos de la mesa y la pena y así ponernos esa bufanda hermosa de silencios de colores en nuestro cuello para que la soga del ruido y la confusión desaparezca sin más...si otorgas no siempre callas,en todo "nicaso" en/callas como palabras varadas en una playa en la que existe el bullicio del ocioso y su sutil rencor aburrido. No toda la arena está cerca de la orilla ni toda ola se muere al llegar a esta.
Silencio de frambuesas bien helado para que saborees lo que tienes a tu lado o frambuesas de silencio de choco-late caliente para entrar en calor en nuestro invierno interior.
Qué tímida delicia es sentir ese silencio de mariposas blancas,una manera elocuente del rubor del amor,una verbena de luces en la que bailan cal(l)adas hasta los huesos de esos versos furtivos si a medianoche hacen temblar todos los silencios del mundo.
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