martes, 22 de julio de 2025

Las esquinas del mar

Me siento pez en el pasillo inmóvil de esta vida de adulta venida a menos con espinas de la tierra. Al nacer entras en su hall y todo está por descubrir. En la cocina el inmenso cariño de tu madre siempre bella y tierna a fuego lento, en el salón el abrazo único de tu padre admirable y en las habitaciones el cálido murmullo de diferentes edades de otros como tú. Era como aquel juego de Re/unidos Geyper,una gran familia en una sala de estar juntos mientras no solo desde la ventana podías contemplar el a/mar. 

Pesa y pisotea el tiempo al pasar y el hogar se convierte en un nada/r de recuerdos... Cómo se vende un hogar?! No se puede y te notas a/hogar porque ya no están, tus padres se tuvieron que marchar adónde los árboles crecen en las nubes y aquí solo quedan heridas las luces de su ciudad y salitre en el atalaya que empapa lo más elevado de la invisible tristeza, lo que araña tan a lo lejos, parece que no existe pero te agarra si la mente arrebolada está y a la deriva perecen tus ganas en las esquinas del mar. 

Gritan ateridos tus ojos llenos de oscuridad al tropezarse continuamente con ellas y con su contundente golpe de mentiras rocosas y de arenosa verdad.

Las sientes quizás porque bien no sabes nadar y el que bucea tanto todo, exhausto se queda o porque de niña tanta felicidad en tus manos había que ahora solo se te clava la certeza que esa hija ya no es tal mientras incisiva enferma tu atlántica soledad como sobredosis en las ausencias. 

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