sábado, 7 de diciembre de 2024

Insomnis

Ahora mismo estoy en una cuneta,en la madrugada de una cuneta. Siento frío aunque no tanto como el día en el que nos quedamos sin nuestros padres.

Hay delirios de noventa caballos que pasan con exceso de velocidad por mi lado y a lo lejos está la vida que empieza a llover...la vida cuando era niña. 

Nunca tuve insomnio de pequeña,mi madre me decía que soñara con los angelitos y me quedaba prácticamente dormida al instante.

Cuántas veces pude oír lo del sueño reparador,yo imaginaba que era como un zapatero, pero remendaba las huellas,no los zapatos. "Hay huellas que aprietan,no es solo el calzado"-pensaba. Pero eso lo sé ahora,de adulta venida a menos y de tiempo venido a más, está carísimo...el tiempo es oro,lo sabes si empiezas a menguar a la velocidad del rayo que no cesa.

Mis sueños parecían,en ocasiones, de pintor,no de brocha gorda si no gruesa, generosa,un Kandinsky, un Van Gogh,un Klimt, un Renoir....o de algún buen samaritano que coloreaba mis noches . Muchas veces, de niña, pensaba que los sueños eran hechos por artistas,artesanos de lo imposible, orfebres de piedras preciosas y paisajes inverosímiles. Los escritores también como mi hermano que inventaba en la oscuridad de mi cuarto historias mágicas para dormirme princesa.

Mi padre tenía el poder de cogerte la mano y su tacto único,de corazón blanquiazul me calmaba; era un bálsamo como si te agarrases a la vida que emanaba de su ser,como en esos videojuegos en los que obtienes vidas extra. Mi madre dulce me hablaba como aquellos ángeles con los que me decía que me durmiera. A mi padre le gustaba que le dijese que soñara algo bonito y me contestaba que entonces lo haría conmigo.

Duele estar en la cuneta,huele a gris y semeja de lija la noche y áspera su oscuridad hasta sangrar y dejar en carne viva su azabache. Todos sabemos lo que estar en la cuneta con los ojos tan abiertos que te raspa como un afilado despropósito el parpadeo del sueño cansado que no llega,que ha tropezado nada más echarte en cama,ese sueño torpe y zascandil con miles de incómodos bostezos que no llevan a nada.

El miedo obviamente no ayuda y se jacta de aparecer en estas situaciones como metementodo que es, tramposo y noctámbulo, un entrometido trilero al dente y pone la zancadilla cuando menos te lo esperas. Te engaña...así asusta a la pequeña valiente que llevas dentro y apaga con fiereza tus sueños.

Ya no viene mi madre a hablarme, mi padre ya no puede decirme que soñará conmigo...están en el lugar donde los árboles más frondosos y blancos crecen en las nubes de algodón de azúcar. Nunca fui tan madre como lo soy ahora. Se borran las generaciones de un plumazo y lo peor es que nunca seré ni la cuarta parte de madre buena que fue la mía conmigo.  Soy una copia mala de un falsificador barato, será el síndrome ese del impostor que se ha puesto de moda... qué curioso cuando es algo que existió desde siempre por culpa de la baja autoestima y la gran auto- exigencia  que uno tiene con respecto a sí mismo. Y por qué no hablan del de Dunning- Kruger,el creerse más de lo que eres o de lo que sabes. Perdón por el inciso...la profesión va por dentro.

Vuelvo a mi insomnio,a mi ombligo que tirita, demasiada responsabilidad ser madre,diría hasta adulta ,más si estás sola y en la cuneta como en este impreciso instante.La intemperie te atrapa al fallecer tus padres,ahí empiezas a valorar el significado de la palabra hogar, aunque en mi " nicaso" siempre tuve la certeza que sería así y siempre le otorgué valor/es.

De las pesadillas mejor no hablar si eres soñambulista y estás en la gavia de la madrugada, insomne perdida en los alrededores de una nostalgia que no quiere bañarse en lo melancóholico de la vida bebida. Sabe que se quedará varada en la arena del buen tiempo que huyó y como no fue enemiga,no sirve lo del puente de plata y menos a eso de las tres de mañana. 

Y después al alba mi gallo estará aún de abrumadora resaca porque es más gallina que yo pero mi despertador no padece de afonía y al despertar me doy cuenta que parezco la carta de ajuste que había antes cuando era niña y dormía y soñaba con los angelitos ya que mis padres estaban en el dormitorio contiguo y desde la cama escuchaba el espectáculo del mar de Riazor en todo su nocturno esplendor.

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