Sin sutileza caen las tardes como si fuesen piezas de un efecto dominó,las horas se estrechan y el día ya no se hace tan grande.
A Lorenzo le cuesta mantener el ocioso moreno que hay bajo sus tenues rayos y las nubes blancas que le acompañan como damas de honor de algodón de azúcar se dispersan como los ecos que quedan del estío ya cansado.
La verbena de las vacaciones empieza a ponerse una rebeca al anochecer aunque no haya sonado a gusto de todos y la rutina empieza a asomar su nariz y es otro tipo de equipaje el que debes preparar.
Hay algo bello, ligeramente bello en nuestra vuelta al "cole" y en ese señor de hoja/lata llamado Septiembre: el acabar un libro para empezar uno nuevo...nos quedan muchas hojas para leernos y no solo las de los árboles dispuestos a desnudarse sin ningún pudor en cuanto venga el apocado seductor otoño,eso sí algo subido de ocre melancólico.
Regresar a nuestra casa y desempolvar los horarios, a nuestra vida y las calles donde saben nuestro nombre y que llantos nos muerden y que sonrisas se nos ponen. Volver, siempre hay que volver...
Es pisar otro tipo de arena,la del tiempo y ahora es tiempo de "vendimia/rse."
Todavía recuerdo el sabor único de la casa de mis abuelos paternos y sus deliciosas uvas coloradas y la parra bajo la que había una mesa de piedra con sus bancos también de piedra en un mágico rincón del jardín nada secreto tan hermoso que nos cobijaba del sol de agosto...mis padres y su jugoso racimo de cariño inmenso.
Y al bajar a la izquierda,una huerta grande donde se encontraba un pozo en el que más de uno mimetizados como Platero nos asomábamos de niños para alcanzar más pronto las estrellas.
Y todo esto me lleva a la canción de la vendimia( un poema de Miguel Hernández) en Cuéntame cómo pasó,otro bonito recuerdo muy de la mano de mis padres, no como una hoja más que se pasa si no que permanece nítida y entrañable en la bañera caprichosa de la memoria.
https://youtube.com/watch?v=Ja3sD1lox9s&si=QTeQNIxK6bRDIvW6