miércoles, 25 de septiembre de 2013

Esos niños de cuarenta y tantos(11)

Era temprano,tal vez demasiado temprano,algunas calles dormían el sueño de los injustos y otras las pesadillas de los justos y los portales de las casas permanecían cerrados. 
Apenas la ciudad abría un ojo y con legañas en el otro algo acatarrado por la oscuridad que empezaba a ser fría.La noche había sido lluviosa y larga... él había llegado tarde,demasiado tarde para amarla,después de un largo viaje que los había mantenido separados toda la semana a estos niños de cuarenta y tantos.
Cuando él se metió en cama ella ni se movió,apenas un breve pestañeo de su cuerpo de alambre.Era insultantemente pronto y cuando se dio cuenta que él estaba ya a su lado y aún dormida,se puso muy siamesa,algo perezosa,a medida que se desperezaba,ronroneó que lo había echado en falta...acarició su cuerpo y él reaccionó amándola.
En silencio,sin casi mediar palabra,solo el lenguaje de sus gestos,de sus caricias,muy no verbales los dos pero sin detenerse un segundo,como si fuese la primera vez,su primera vez,como si no hubiese una primera vez.Él le mordía la boca y ella se dejaba hacer,se estaba deshaciendo como ese helado derretido por una ola de abrazos de mucho calor.
Desnudos,por dentro y por fuera, ella solo de besos destapada tan morena,tan de agosto.Era temprano para hablarse,para cruzar cualquier palabra,tan siamesa se puso su mirada que se deslizó en la suya. Así amados,amándose,se hizo tarde,abrazados,ella enroscada entre sus brazos mientras él acariciaba la barriga de ella embarazada.Esperan impacientes el nacimiento de su primer hijo y el comienzo de algo nuevo,tienen tanta ilusión en sus manos y así como niños de cuarenta y tantos se han quedado dormidos,inconscientes de lo que les va a cambiar la vida para siempre.

Ya no saben si tendrán tanto tiempo para darse rienda suelta.Y ella,solo alguna vez dejará de ponerse tan siamesa para cambiar su cara por la de perro cansado cuando se pase noches sin dormir,con o sin él a su lado y estarán en ocasiones como el perro y el gato,puro juego.Es un continuo aprendizaje,es lo que tiene ser niños...de cuarenta y tantos si el camino parece largo.Pero seguirá siendo temprano para amarse pese a que las responsabilidades les aprieten los zapatos.
Ambos saben que la boca solo debería taparse con un beso,siempre, con uno o doscientos.Y así nunca dejarán de respirar entre las sábanas el anhelo del reencuentro,lo más bello como dos desconocidos que ansían reconocerse en la mirada del otro,algún día,alguna noche de tormenta de caricias que lleven escritas sus nombres,solo en sus manos...en sus bocas y en su piel.

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