Hemos cruzado la delgada línea roja demasiadas veces por salvar al soldado Ryan porque había que ser el patriota y mi niña solo recuerda a Gila llamando por teléfono y preguntando si al otro lado era la guerra y a mis padres frente al televisor con la carcajada puesta o al ver a Groucho Marx gritar en aquella peli: ¡¡ Más madera,es la guerra!! y nuestras sonrisas crepitaban como palomitas desde el sofá.
Cierto es que todos tuvimos la sensación de notar ese enemigo a las puertas que es el dolor incisivo de la pérdida o así nos sentimos como un Black Hawk Down cuando éramos soldados y lo único que esperábamos era que nos dijesen sin novedad en el frente pero nuestro sentimiento muy Braveheart y creyéndonos todos Espartaco en el día más largo con nuestra chaqueta metálica puesta,no sirvió para nada, aquel fiebrero...
Cuando pasan las cigüeñas en tierra hostil y tu reina de África con un pasado imborrable se ha ido de aquí a la eternidad a través del puente sobre el río Kwai, te quedas por dentro en pie(peli) de guerra porque aún duele...vaya si duele.
Ojalá lo que vivimos solo fuese la batalla olvidada pero no es así, permanece en una sombra en mi ojo,ese poso de melancohólica nostalgia íntima,casi pudorosa y mi Alatriste y mi acorazado Potemkin un tanto químico no sirve de mucho para acallar los gritos del silencio,esos malditos bastardos,los que escucho al resbalar mi noche por mis solitarias mejillas como si tuviese que cruzar el Rubicón y susurrando " Alea jacta est".
Menos mal que pienso que nuestros espías desde el cielo con su largo domingo de noviazgo mientras dure la guerra,la que está dentro de nuestra cabeza, estarán dispuestos al gran rescate por si nuestros pasos se dirigen hacia ese terrible Stalingrado,un horror de asedio que es el miedo al miedo.
PD: Con todo mi respeto hacia cualquier guerra en la que sangra algo más que el alma,la vida.