jueves, 26 de noviembre de 2020

Marineda

Siempre fue una mujer vestida de emociones dispares.Su fondo de armario era variopinto como sus grandes amores. 
Ella tenía un corazón tan Atlántico como su cabello alborotadamente húmedo y su mirada de salitre que penetraba a quien callejease por sus caderas,por sus piernas,por su pecho,por su espalda... 

Marineda se enamoró sin darse cuenta y creció a fuego lento,muy al baño María...Pita. No recuerdo bien cómo se llamaban...Elviña,Eirís,Orzán,Labañou,Agra,Los Castros,Monte Alto,Pescadería...pero era alguien de barrio.
Lo que sí puedo contar quien fue su fiel amigo,testigo de su amor de primera mano,recién pintado,a estrenar:Riazor.
Él estaba acostumbrado a todos los amores de verano y a esa infancia en patines por su rotonda donde las olas golpeaban con fuerza contra el silencio frío del invierno. 

Marineda y su belleza tímida,en ocasiones rozaba la vergüenza escandalosa y en otras la caricia escondida.Nunca se es-fumaba de ningún sitio y eso que era cigarrera de pro,iba siempre de frente y enjabonaba su ropa,que no sus trapos sucios,en el lavadero como todas las mujeres que albergaba en su interior.Su alma acristalada,de madera pintada de blanco roto irradiaba fuerza y temple. 

A Marineda era imposible no sentirla,incluso en la distancia.Podías estar a muchos kilómetros que una vez que la conocías se quedaba contigo,en tus poros,en tus recuerdos,en tus anhelos.

Pasear a su lado era una delicia marítima y al hablarte,poco a poco te sumergías en su corazón de arena.Nunca se rendía como tampoco lo hizo su heroica salvadora María Pita en su día,a la que siempre le estuvo agradecida. 

Con su tranvía llamado deseo que recorría sus avenidas,con su hermoso faro como guía,pasó por tantas vivencias a lo largo del tiempo de una manera valiente y manteniéndose en pie pese a conflictos y ataques de diversa índole que la hicieron historia viva;por eso quien la ha tratado a fondo,afirma que aguantará la embestida cruel de esta"hambredemia". 

Marineda se convirtió con el paso empedrado de los años y el peso de los d-años en una gran mujer de la cabeza a los pies,un hogar para miles y cálidas brasas de chimenea para cientos.
Se decía de ella que nadie se sentía forastero mientras estabas a su lado como ese abrazo perdurable,único y entrañable que solo te recuerda de alguna manera que a su vera,siempre quieres volver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario