Ha dejado de ser y de estar y no sabe igual...
Squirtle ya no puede ll-amar ni para hablar de sus cosas,de todas y cada una de ellas,ni para acariciar con su verbo auténtico y flambearse con cariño desmedido y además solo quiere sincerarse con él como siempre hacía.
Skitty ha hecho una lista enorme desde que se fue con todo lo que le tiene que contar : de todas las veces que coge el teléfono con intención de llamarlo, de cómo está Meganium ,de lo que relata cada lágrima que se desliza por sus mejillas rosadas,de las indecisiones que toma, de lo difícil que le resulta hasta despertar, de cómo se le quemó el otro día la comida y la cabeza, de cómo un virus puede quedarse contigo más tiempo que otras personas, del frío que hacía por la mañana y lo blanco que amaneció el campo y de lo que ha llovido en el mes que menos le gustaba a Squirtle...De fútbol ya prefiere no saber nada ni de balones de oro y de echar balones fuera,especialidad de tantas casas y de lo que pierde en cada risa que no se pone en su cara, de lo duro que está resultando todo,del dolor físico que pasó a partes iguales con el pánico la otra madrugada, de sus preocupaciones del día a día que casi nadie supone ni pregunta, de las buenas personas que se acuerdan todo el tiempo de él,de cómo hay situaciones que no cambian como los seres humanos que tampoco cambian pero ellos creen que sí,de esa soledad como río qué es y desemboca en más soledad que haces que te desboques en mar abierto y desconocido,en daño y en tristeza de marejada.
Squirtle se ha ido donde hacen las estrellas y hay platos para deleitarse en un lugar en el que las siestas son eternas. Se lo imagina allá cocinando los sueños de todos,sacando mil castañas del fuego a la vez y horneando lunas alunizantes.
Entonces Skitty piensa en Meganium ,en su cabecita de algodón de azúcar ,en cómo el frío de la edad y de la ausencia le danzan alrededor como bailarines entumecidos.
Son ideas de Skitty como un revuelto de gambas tristes e inquietos espárragos trigueros.
Meganium tiene un corazón de tarta y se lo come siempre que puede y también cuando no. Su sobrepeso es de dulzura . Skitty está convencida que no se porta nada bien con ella y le cuesta explicarle lo agridulce de no verla con Squirtle a su lado y por eso se convierte en una calabaza y se siente hecha un puré .
Pobre Meganium a su pequeña Skitty le cuesta crecer como un bizcocho sin levadura en el horno de su alma y lo peor es que Meganium se da cuenta en cuanto la ve o la escucha. Pero calla y la acaricia como gran corazón qué es.
Skitty sigue siendo muy pequeña y eso que su parte trasera se le ha quedado pelada hace más de cinco años por otra razón que aún escuece porque hay heridas que no son para cicatrizar y Squirtle lo sabía mejor que nadie pero le echa tanto de menos que se le ponen ojos de filloa y siente todo su ser como leche frita.
Tiene miedos de todos los sin-sabores en su alacena,antes conocía las recetas de memoria para cocinarlos gracias a la maestría de Squirtle ,a sus palabras aderezadas de un sabor único e incomparable y a su gran apoyo incondicional como generosa guarnición.
Ahora insípida y muy sola ha vuelto a sus reuniones de asustados anónimos .
Hay noches que Squirtle se cuela muy vivo en sus sueños y Skitty al despertar se le pone cara de besugo en mal estado,al darse cuenta que ya no pude ni contarle que soñó con él.
Skitty ha dejado de creer en las hadas,en el amor sin peros y sin pausas,en las palabras que se hornean en la mirada. Skitty está dejando su delantal ante la vida y nadie lo sospecha,tal vez Meganium pero su ánimo a veces varado la vence y sin embargo ella sabe de muchas empepitorias y saca de la magia de su corazón una varita,no de merluza,para que su pequeña vuelva a creer y ponerle el delantal como sabía hacerlo Squirtle de una manera especial.
Así están las dos,bueno los seis y muchos más ...como pollos sin cabeza,como almas rotas con sus patatas demasiado fritas muy dentro,donde la oscuridad apaga cualquier resquicio de calor de hogar. Y la Navidad se acerca insidiosa para abandonarla y dejarla temblando como estúpida gelatina y no se la entiende porque es mejor no entenderla,cada d-año es lo mismo.
Skitty es tan pequeña que se ha olvidado de encender las luces del árbol y de colgar los calcetines apagados en la chimenea rota y fibrila su febril corazón de almendra como turrón duro y Squirtle ya no puede hacer su famoso chocolate con ella por Navidad ni nunca más.
Skitty se acaba de enterar aún encima que los Reyes Magos no existen y se siente como la muñeca vestida de azul con su camisita y su " tiramisú ", la de la canción que se le ha desafinado para siempre como su infancia de caramelo...de eucalipto de Riazor.
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