En algún desapacible momento,la vida se cuaja y sangra esta herida helada que es el invierno,a veces hace que arañen las lágrimas y otras deja sin aliento. O desnuda a golpes y tiembla hasta el esperpento. Se tropieza a propósito sin pedir perdón ni dice lo siento,no pregunta,da todo por supuesto.
Envuelve de descarada pereza que se cuela muy adentro,su insolente deleite tardío vacía lo puro,lo cálido,lo auténtico. Y llena de recelo,arrastra hasta el silencio,lo intimida y entonces despierta a ese huésped, alojado cerca de tu herida,que castiga sin escrúpulos, sin pudor y con tanto acierto.
Y quema la sonrisa de domingo insatisfecho,por sinsabores que incendian algunas palabras,ciertos gestos. Los días mueren deprisa y en ti vive un desconocido que destrozó cada uno de tus besos. Febrero,corto delirio que acuchillas fiero.
Y ya no te quiere ni el perro verde que ladra a escondidas debajo de tu pecho y continúa nevando sobre tus cuarenta y tantos centímetros de miedo caído a lo lejos. Se rompen hasta los abrazos y mudos los ojos,te atosiga aterido el viento. Y ni el dolor se muestra cauto ante la mirada enjaulada que grita,que ex-pía,que solloza si se detiene la pesadilla,si suena urgente el teléfono...
y al otro lado se escucha al paso del tiempo tan solo,mudo,desatado y sin tregua en el desierto ...y sediento de aquella luz y atragantada se queda esa locura descarnada que no sólo provoca guerras que no entiendo.
Y resbala la noche madura sobre el cuerpo de años cubierto y en la oscuridad ulula el pánico todo frío por los malditos finales inciertos. Quizá por esto, se quiera morir en el momento y vivir el intento mientras no cicatrice el invierno largo y lento. Cuajada así la vida, se hiela más el vértigo.
Ay mi niña... Habrá q tomar yogurt helado en vez de cuajada. Hablaremos sobre ciertos finales e inciertos principios q aunque pueden dar vértigo tal vez nos lleven a lugares felices ;o)
ResponderEliminar