Hubo un tiempo no muy lejano que a un hombre le arrebataron su h y se sintió un error ortográfico en la vida,como si hubiese extraviado su identidad,aquel que siempre había creído ser.
Se dejó llevar tanto por ese error que se volvió vulnerable a cualquier sensación por nimia que fuese,despertó al niño que llevaba dentro y adormiló al hombre y lo dejó en punto muerto hasta el extremo de hacerlo desaparecer.Nunca se había sentido de ese modo y lo primero que se cuestionó fue sus sentimientos,todos y cada uno de ellos hacia sus seres hasta entonces tan queridos.No atendió a razones,un niño no lo hace,no escuchó ni el rumor de quien siempre había sido su cobijo,su apoyo,su mano derecha,se volvió zurdo,muy zurdo de corazón,lo dejó latir tan inconsciente...nada racional con lo que estaba ocurriendo.Y ella sin poder hacer nada para detener el tiempo,su tiempo entre roturas...
Y a ella la vida la desnudó de un amor intenso y se fundió tanto su luz en tantas ocasiones que se quedó a oscuras,casi en un zulo emocional del que sólo salía para atender a sus pequeños y a él también aunque siempre equivocadamente.
Entonces les ocurrió algo que cambiaría sus formas de ser y estar en la vida.
Ella, desarmada, dejó de ser una mujer para convertirse, poco a poco, en escombro al derrumbarse ante el des-amor de su vida y su invierno honesto y él se atrincheró, construyó muros de piedra a su alrededor porque se notó roto y sin valor y encallado,muy en-callado.
Despojado de todo, at-(h)erido, se encontró a alguien a su lado que lo llevaba buscando las heridas tanto tiempo como ese plan perfecto casi a medida que se ofreció para ayudarle a poner más piedras,justo lo que necesitaba en ese momento y le ofreció otra h sobre la que ejercía un poder extraño pero que a él le pareció similar a la que le habían robado. Era una h atractiva y en mayúscula y muy tentadora,sin responsabilidades,sin necesidad de reconocerse en un espejo,sin reproches,sin fallos...un mundo idílico.
Se sintió aliviado porque así lejos del camino, en aquel refugio no había que enfrentarse a nada ni a sus temores ni a sus debilidades,además estaba agotado de pelear...Pero ese alguien lo secuestró poco a poco a medida que iba colocando más piedras.Y él lo vio como un acto de humanidad por su parte protegiéndolo de vivir. Desarrolló un fuerte vínculo afectivo como nunca antes creía haber sentido. El secuestrador se mostraba como benefactor ante él ya que lo estaba salvando de sí mismo, hasta le devolvió su h por mucho que fuese diferente a la h que había llevado siempre con él. En aquel momento poco importaba eso, estaban aislados y solo ansiaban salir ilesos de las ráfagas de dolor que los asfixiaba,dolor que creían parecido pero no era así,estaban ciegos por la falta de luz y del hastío vital.
Fue víctima que se cercó tanto que ya nunca más quiso salir al exterior,para qué? si fuera todo era dolor y convivir con sus errores y los de los demás,la vida real,el devenir arduo y tan fangoso en demasiadas ocasiones,el tener que pelear cada mañana que uno se levanta...y él no sabía convertir la pesada carga en bagaje.
No quiso que lo rescatase nadie ni su familia ni sus amigos pues allí se sentía a salvo de sí mismo y de la vida que arañaba con fuerza.Se veía como alguien que él mismo desconocía,un ser de hojalata y de emociones de hierro forjado pero no por el camino que había recorrido antes sino por estar inmóvil,por lo que estaba sufriendo ahora.
Nunca le habían ayudado a construir un muro, los que antes le rodeaban siempre se habían empeñado en derribarlo, franquearlo,abordarlo y él se sentía incómodo justo en esos instantes porque el dolor lo dejaba sin aire.
Llegó el momento de salir al exterior, su secuestrador había abandonado la trinchera y él solo se sintió morir.
Volvió a casa,a ese hogar dulce hogar,a veces como muchos hogares pero con esa otra h puesta y un fuerte síndrome de "Estoeselcolmo"en su corazón. Ya nada volvería a ser como antes...y en casa se sentía raro, diferente, apenas caminaba pues había estado mucho tiempo sin hacerlo y lo que le rodeaba ya no le llenaba porque notaba que le faltaba una parte importante de su bienestar en aquel hechizado refugio...demasiados meses aislado. Una parte de él aún se sentía bien pero muy lejos de su hogar y esto le hacía daño. Mantuvo contacto con su secuestrador tanto tiempo que ya no recordaría quien era y quiso volver a aquel lugar de piedra donde él se creía que así estaría a salvo su familia porque entre otras cosas no se perdonaba a sí mismo lo que había hecho,que era sólo ser humano,muy humano.Así que decidió marcharse una vez más pero esta vez sin mirar atrás y ni adelante,seguía haciéndole daño la claridad con la que a veces se muestra la vida.
No sé muy bien lo que ocurrió después porque no me contaron más.Se supo con el tiempo que el secuestrador encontró más hombres sin h a los que colocarles su h de humo y sus piedras alrededor.Y él, menguado por todo lo sucedido, decidió no decidir nunca más y se apagó salvo por una luz algo rizada que parpadeaba su amor en su pecho para que sintiese el calor y no el frío de la piedra y en silencio lo esperó...tanto que ella se convirtió en camino,el mismo donde se había quedado cuando él se apartó sin más.
Años después, una tarde de principios de agosto una persona mayor,muy mayor mientras caminaba despacio ayudado por dos bellas mujeres casi idénticas,vieron entre los matorrales una luz muy rizada,se acercaron y al verla él se estremeció tanto que se desplomó de rodillas en la tierra y vio como ella en su mano agarraba con fuerza aquella letra muda que acompañó su intenso amor desgastado por el roce incesante del cariño y de los muchos años vividos a su lado...la había guardado todo ese tiempo,la h que a él le habían arrebatado tantos años atrás. Fue el desencuentro más triste y bello que los volvió a unir para siempre."Nadie desaprende en cabeza ajena su camino"-y pensó:" pero debería haber aprendido de su corazón nada encallado".
No hay comentarios:
Publicar un comentario