Contéstenme a una pregunta
que no me responde la gente,
pero no por soberbia y distante,
estando yo de cuerpo presente.
Me inquieta mucho la duda,
de tantos porqués sin respuesta,
tan fría y gruesa que abruma,
con la certeza en la piel enhiesta.
Y si galopa mi pena,
y si me aprieta la tristeza,
a qué gente le importa,
a qué hora me empieza.
¿Acaso nadie sufre con fuerza
si el abismo golpea tu puerta,
si la vida, a zarpazos, se pone violenta?
¿Y sientes tu fe como puzzle de mil piezas?
Dejad que la niebla me ahogue,
permitid que se me aflojen las piernas,
qué bailen mis fieras tan cerca,
qué se agolpen todas las acerbas ideas
y en desbandada vuelen los pájaros de
Hitchcock de mi cabeza.
Y si trota mi tristeza,
y si me estruja la pena,
a qué gente le interesa,
a qué hora me quema.
Ya me en-callo,no se apuren,
un público agradecido casi nunca tuve,
ni sintiéndome yo de fiesta
ni bailando entre las nubes.
Solo un ruego me queda,
vivir sin absurdos ni a tientas,
ser más valiente y menos honesta,
si la verdad digo,solo la mentira cuenta.
Y bien es cierto que un triste enfada
como escribió un tal Miguel Hernández,
oírlo y verlo a los alegres incautos cansa,
cuánta hipocresía hay y sandez
en el que de él se aleja, el que se aparta;
ni todos los cerezos en primavera brotan
ni todas las ranas en sus charcas saltan.
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