Otras perdemos el tacto de las palabras,la caricia que ya nunca llega,solo el palpar a sabiendas ese resquemor recién salido de la ducha y notar que el café aún humea pero no ese amor de chimenea.
Y tampoco huele el calor de unas velas ni el aroma del hogar que ya no existe,ese que te vio crecer de pequeña,donde hasta el salitre enfurecido de aquel mar se comía la arena y también todos los crucigramas y los periódicos sobre aquella mesa y las guirnaldas más allá del árbol puestas por cada cuadro a modo enredadera.
Ya no se oyen apenas villancicos,solo el rumor feroz del temor voraz y la inconsciencia de las cabezas huecas.Sentimos cada vez más el pellizco de las pérdidas...no solamente las que ya tuvimos como ese frío que infame se te cuela.
Perdemos el gusto por la belleza del instante que efímera se aleja,por aquellas veladas entrañables de todos alrededor de una mesa,con los deberes hechos y confidencias deshechas.
No dejan de ser sensaciones cuando el amor ya no es suficiente,ya no llega...y en esta cuesta más que de centímetros de enero fiero,se acumulan los cinco sentidos y el sexto tan ebrio,llenas hasta arriba sus maletas,sigue a modo road movie,recorriendo caminos con sus tinieblas,solo de ida sin vuelta.
Apenas ha acabado un año y el que empieza de igual manera con el corazón en el mismo zapato que aprieta y palpita su huella en la nieve que invisible no cesa.