Se fue un domingo como mi padre,acababa de cumplir ochenta y nueve años como el mío y hasta su último aliento uno de sus hijos le leía Madame Bovary o eso dicen.
Mi padre escuchaba la caricia de mi voz mientras su mano sostenía mis palabras. Solo le susurraba al oído lo que tanto le queríamos todos.No es una cuestión de literatura,solo dolor desnudo y ternura.
Las comparaciones son odiosas pero el fallecimiento de Vargas Llosa me ha llevado a aquel domingo 24 de ma(r)zo de un d-año tatuado que siempre recordaremos como aquel viernes 10 de fiebrero.
A mi padre siempre le gustó que jugase con las palabras encadenadas aunque era más de crucigramas o como decía mi madre que hiciese ganchillo con títulos de cuadros, de películas,de libros, de series, de canciones...que conformasen un relato que leía en nuestras celebraciones familiares.
Ahí van ... papá y mamá,esta vez por Vargas Llosa :
" Le dedico mi silencio después de una conversación en La Catedral que hay en la ciudad y los perros,mas bien los cachorros en el país de las mil caras como si fuese la orgía perpetua si resuena en tiempos recios la guerra del fin del mundo a modo la civilización del espectáculo.
El hablador escribe cartas a un joven novelista y las cartas del Boom entre García Márquez, Fuentes, Cortázar y él.
Siempre existe la tentación de lo imposible como el sueño del celta,la tía Julia y el escribidor.
Es auténtico el héroe discreto,mi padre lo era y el abuelo más Atlántico que el pez en el agua.
No es el elogio de la madrastra pues carezco de ese rol como también de travesuras de la niña mala o eso me contaba mi madre linda.
Recordemos siempre a nuestros padres tengan premio Nobel o no,os lo dice una madre novel que tropieza con esas cinco esquinas que tiene la mirada quieta, la verdad de las mentiras que no es otra que dos soledades que habitan en la casa verde.
Ahora que ya ha zarpado el barco de los niños que fueron, rumbo al paraíso en la otra esquina donde posiblemente se encuentre también Pantaleón y las visitadoras,el viaje a la ficción.
Y a sus lectores,los que han pasado más de Cinco horas con Mario( Delibes mediante)sigan haciéndolo,su legado es puro helado de Lima para saborear".
Cierro la puerta de nuevo con la incertidumbre que se abra una ventana,sin embargo tengo una inquilina pendenciera como tristeza que me dice de cerrar la ventana para que algún día se abra una puerta y sean mis padres los que estén llamándome en ella.
El adiós ya sea de largo recorrido o de cercanías,parece un tren antiguo que herido traquetea donde se te baja en una estación,en ambos casos fue en la primavera.