No hablo pisando fuerte,mis palabras se resienten de la afonía de mi calendario tan colgado que me mira demacrado como un canalla que camina metódico hacia su previsible y empedernida escualidez.
No huelo el murmullo de la luz espigada y clara que se cuela por mi ventana,no me sabe nada bien el dis-gusto áspero de la tristeza,tal vez será porque se me cayeron los pies de mis zapatos hace ya unos d-años,unos cuatro como heridas tatuadas que sangran simplemente por querer.Esos recuerdos en cajas dentro de mi mente de cartón que me rompen el alma y su húmedo papel.
Y no sé porqué tirita tanto el poderoso tiempo en nuestras manos frías cuando grita con congoja el ayer.Parece una pariente lejana aquella que habita en la sombra de lo que fui,hija...no puedo ya besar ni sus elocuentes silencios al llamarme ni escuchar sus caricias en mi piel.
Cómo se atraganta al comer la corteza de esa certeza que por mucho que me despeñe,la realidad sobria y ebria a la vez,me hace morder cínico su polvo impoluto porque desde fiebrero se fracturó del todo mi ser, así se siente uno cuando los que te dieron la vida se van para no volver mientras te quedas a modo insulto con tu castigado dolor de adulta pero como un niña incierta mirando a la estúpida y testaruda pared.
Dicen que es ley de vida,lo sé...sin embargo para cuándo una reforma de esta ley? Lo pide esta letra pequeña de los mejores seres de palabra que la daban de una manera mayúscula y generosa que sus hermanos y ella pudieron tener.
Cóctel molotov de sentidos al revés, cuestión del campo yermo de la semántica si ciertos significados empiezan a desaparecer.
La vida,su Tsunami con su definitivo golpe,malherido y ahogado y furioso,altivo y difunto atardecer. Enajenado incendiario que se inventó esta siniestra treta solo por nacer.¿Qué hay de dócil en lo deshabitado? ¿Des-fallecer?