Recuerdo tu mirada de café capuchino y cómo tus palabras se paseaban por el borde de tus labios que tanto amaron...y amaban.
Aún había verano en las que bailaban con su blusa roja llena de flores en la verbena de tus recuerdos y también alguna pincelada de otoño intuía en las que decías con cierto castaño claro pintado.
Me hacía gracia tu sonrisa trenzada que se deshacía en una cascada afable. El blanco roto de tu alma de pedacito de tarta seguía vestido de novia enamorada como el primer día. Y de verde se volvía tu mirada mientras el sol se inclinaba como una reverencia para atardecer ante nosotras una vez más.
Al despedirnos me dijiste como siempre que no corriese y que soñase bonito y te respondí: " ya sabes que voy despacio y soñaré contigo".Y mi abrazo se quedó pegado a ti y en mis bolsillos tu ternura.