Mis ojos han arañado demasiados silencios
y sin embargo no he sabido temer a mi oscuridad lo suficiente,
el no mantenerse en pie...ebrio cuando había que ser valiente.
Y así mi corazón de rodillas ya no reza pero late una oración
por no huir antes de ser escombro y pide perdón
por convertirse en una ruina húmeda,caudalosa,
abandonada,inhóspita,extrañamente humana y descoloridamente hermosa.
Desmenuzada la vida,desordenado cuerpo el que habito,
con mudos temblores de latidos sin salida,
como una desbandada de pájaros embriagados como gritos
revolotean a oscuras,también algunos secretos a voces que parecen mentira.
Anónimos me escriben...la adúltera insensatez,la adulterada estupidez,
amenazas desveladas por lo sombrío de la persistente deshora tan pez,
de sentir a la soledad escandalosa como una delincuente que me roba
constantemente,por dejar de creer,por crecer,por carecer...también en mi alcoba.
Me faltan dos atardeceres,tres noches y un regalo para saber que tengo que marcharme de mi lado,
no soy buena compañía y menos de teatro,
lo ve hasta el ciego de mi esquina cómo flaqueo el paso.
Se han atado mis lágrimas los zapatos,
se ha desabrochado su desaliento la blusa,
poco a poco se ha desnudado como una intrusa
la noche y se ha quedado agotada al final entre mis brazos.
He notado lejos de mí caminar a mis pasos,tumbada boca abajo...
mientras muy cerca silbaba una vieja alegría,
posiblemente a dos calles de mi "melancohólica" cobardía,
donde se vendían racimos de uva y pan de ajo.
Embargada la brisa del pasado,
ha detenido todos sus fracasos,
para deshacerse su trenza de recuerdos helados,
soltarse lágrimas que alguna vez fueron nicasos.
De sangre está desdibujada la madrugada del delito cometido al sur de mis ojos
mientras tanto desespero en ordenar este desván de mis despojos,
y algunas luces cobardes que beben y se es-fuman a costa de mi oscuridad,
para reírse de mis ropajes que cubrieron mi joven cuerpo de felicidad.
Pero es pertinaz la lluvia que se esconde en la nublada miel de mi mirada,
por dentro lentamente resbala,se retuerce,hiere,se clava.
Y un grupo de desconocidos pasean tan cerca de mi pecho,
sé que están descalzos y sedientos y su frío escucha mi dolor hueco,
cada uno de ellos me arroja unas hojas secas,barro y prende fuego.
No entiendo porqué.
Una vez más mi dolor descarrila en el desdén
de esta estación...pero la primavera muy rota me golpeó con su ma(r)zo una tarde,
me lanzó sus maletas de extraño cobijo en un borroso andén
y leña de mi roble caído que no cesa de arder,
por querer,por ya no ser,por desfallecer,por doler.
Y así,a las doce,otra vez,muere el ayer...el de todos y el de mi nadie.