sábado, 6 de junio de 2020

V-ida y re-vuelta

Un lánguido atardecer he palpado en tus ojos -como abatido broche en el abrigo de tu cuerpo,hace ya demasiados meses cuando te desvaneciste aquella noche con tu mirada
adormecida,princesa,bella,durmiente que me resquebrajó el alma, v-ida y re-vuelta tan ausente...es incierto lo que siento desde entonces por ser otros labios los que me rasgan silentes reproches pero en este cuento no existen besos ni príncipes que aún te despierten.
Ha llorado mi coraje escondido en mi espalda,temblaba conmovido ,no he podido sacar de mi mochila ni el olvido ni varias heridas,deshechas de sombras que tiritan perdidas,me hablan y yo no les digo nada. Y sí,a veces estoy sembrada...de dudas que asedian mi cama,voces que escucho cómo sangran,encalla el silencio derrotado en mi madrugada,el amor se derrite sobre la alfombra helada y desaparece su ebrio terciopelo de rojo intenso,casi siempre son los mismos los que vencen...pienso...y siento que mis pensamientos ya no son flores,solo oleajes confusos como ese viento de rizado salitre a su indebido destiempo.
La primavera se disloca un d-año más,inundada de soledades varias,de personas invisibles que hablan  de mis cortinas rasgadas y sobre la almohada cuchichean de ti,v-ida demacrada,ajena,rara y de mis ojos de triste olivar con mi alma como un cadáver a los postres,cuajada,sin Truman y sin echarme un Capote.
Mi invierno me sigue muy de cerca,en ocasiones me asusta cuando abro la puerta,por eso últimamente entro por la ventana,con las llaves en mano y el corazón maniatado y noto el miedo,largo que estalla y al ir a la cocina, no sé el porqué me encuentro dentro de mi nevera,de charla, con mis yogures no más de diez y unas fresas mientras caminan hormigas por la encimera,en el plato de la ducha y como siempre afuera. Y un ensordecedor cielo de estrellas brota en el campo; en lo más alto brillan flores de cuarzo menguante y en el ático del firmamento se precipitan pétalos fugaces.
Me veo pasear por las nubes y dibujar pájaros de fuego mientras tanto alguien sopla todas las cenizas y tú sigues con el pijama puesto para seguir dorm-ida entre los harapos del tiempo.