lunes, 3 de agosto de 2015

Felicidades en cuarentena

Temprano se despiertan las luces que escaparon de la sombra de lo que fui.
Hace ya tantos nudos en el estómago y alguna que otra mariposa,alguna sensación de soga al cuello,unos cuántos besos robados y varias cosquillas de azúcar y canela y las más hermosas ilusiones de niña de cuarenta y tantos. 
O dicho de otro modo hace ya tanto tiempo...esa palabra que se nos atraganta cuando llegamos a la mitad de una vida que resbala por la mejilla arrugada del gigante del paso/peso de los años.

No sé sí estaremos equivocados pero cuando traspasamos la barrera del sonido de  la cuarentena parece que nos hacemos más silenciosos, como si realmente a partir de esa edad nos atravesase la enfermedad contagiosa de las preguntas sin respuesta y las expectativas de lo que pretendíamos hacer o deshacer con nuestras vidas,valoramos tan a grosso modo tantos momentos que obviamos los detalles,lo que de verdad importa,nos quedamos en la superficie porque ahí es más fácil respirar y menos suspirar.

Olvidamos la magia de un instante y la importancia de no llamarse Ernesto y de estar vivos pero lo más triste es que no recordamos como fueron las primeras veces y nos quedamos con las últimas...y borramos los amaneceres de un abrazo y el calor de un reencuentro,las reuniones familiares y de amigos que por apretar la agenda hasta la desidia cada vez les dedicamos menos tiempo...y que puedo decir del amor,de ese amor en mayúsculas,de ese adivina cuánto te quiero,ahí no es que lo olvidemos,lo tergiversamos,lo manipulamos,lo transformamos en algo que poco ya tiene que ver con amor en estado puro,bajamos tanto el volumen que apenas lo escuchamos,exigimos tanto y damos,nos damos tan poco que hemos convertido el amor en miedo...en máximo riesgo y a estas alturas lo cierto es que nos entra el vértigo. Menos cuestionarse y más vivirse,no hay nada más peligroso que perderse con la brújula del corazón estropeado.

Nos convertimos en amasijos de falsas voluntades de hierro y de promesas que no somos capaces de incumplir,porque dimos nuestra palabra muy en singular y con el paso del tiempo nos damos cuenta que nos sobraron palabras en plural y borramos, en un mal suspiro e inmaduro, latidos que quizá debieron palpitarnos siempre muy dentro.

Y ahora qué? Y nos detenemos como si nos hubiesen enyesado los sentimientos y algún pensamiento que nos paraliza hasta el punto de no vivir hasta que la rotura suelde bien fuerte.
No me he contado las arrugas de mi pecho,desconozco cuánta piel de naranja hay a mi espalda donde ésta pierde su casto nombre,ni cuántos aciertos o errores guardo en los bolsillos.Pero quiero volver,siempre quiero volver...a algún momento único e irrepetible de mi vida,pero bastante absurdo parece,salvo para mirar hacia adelante con un toque de dulce nostalgia.

No sé sí puedo hacer un balance positivo o negativo,el alma no entiende de finanzas para saber cuál es el resultado idóneo.Me da igual cómo acaba todo,quiero saber sólo cómo empieza todo,lo qué me hace despertar cada mañana más allá de obligaciones y responsabilidades.
Y ya tengo la certeza de lo qué es...quienes son aquellos que quiero en la otra mitad de mi vida cuesta abajo o cuesta arriba y lo único que he descubierto que también quiero estar yo muy en presente al lado de ellos.
Por eso me digo feliz,feliz en este día,brindo por mis seres queridos...Y soplo las velas no sólo de mi barco,ya no tan chiquitito ni tan cáscara de nuez y pido sólo un deseo...que siempre estén todos bien.

A lo lejos no sé que habrá y para ser sincera ya no importa pero cerca,muy cerca el verano cocina mi alma al dente,con un sol muy de Toscana y de cielo pintado muy azul,a veces marino porque me baño en silencio muy lleno de salitre...Mis felicidad-es a partir de ahora serán en plural y sin cuarentena y a sorbitos.